En este panorama, el servicio médico moderno en el entorno municipal se limitaba a policlínicas. En la mayoría de aldeas la medicina moderna era un ausente, y la población sólo visitaba los hospitales de las cabeceras provinciales vecinas en casos excepcionales de enfermedades agudas. Hasta inicios de la década de 1990 los curanderos suplían gran parte de los requerimientos de salud incluso entre la porción más pobre de la propia cabecera municipal. Indicador del peso de los curanderos era la existencia en Duvergé de más de diez altares, a inicios de la década de 1990, cuyos dueños normalmente hacían las veces de curanderos.
Algo similar era visible en el servicio educativo. Tras la muerte de Trujillo únicamente los sectores menos pobres tuvieron acceso a la educación secundaria establecida en las comunidades cercanas a la común cabecera. Incluso en ellas, generalmente hasta la década de 1970, las escuelas consistían en edificaciones precarias, donde la oferta se limitaba a los primeros cursos de la primaria.
El patrón social premoderno se expresaba, tanto en el campo como en el poblado, en la inexistencia de organizaciones de la masa popular. La pobreza era vivida con resignación. En todo caso, las mejorías de las condiciones de vida se esperaban que llegaran solas desde fuera. Al decir de prácticamente todos los entrevistados, la inercia ha proveído la nota dominante de la actitud ante la vida de los lugareños.
Desde la década de 1960 advino un nuevo proceso social y consistente en la generalización del proceso migratorio y su acompañamiento por la introducción de la educación secundaria y las expectativas de mejoría social por la difusión de nuevos conceptos culturales a través de los medios de comunicación. Los jóvenes de condiciones menos favorecidas pasaron a estar atraídos por el ascenso por vía de la educación.
En contraste con el patrón tradicional de restricción de la educación por imperativo de la inserción laboral temprana en el conuco familiar, los que concluían la educación secundaria pasaron a adquirir nuevas nociones de promoción. Para ella se tornaba indispensable el abandono de la comunidad, y quienes lo lograron tendieron a no retornar a residir allí nunca más.
El proceso coincidía con el fenómeno de expulsión creciente de la población sobrante por efecto de la descomposición de la agricultura y de los procesos de modernización.
La emigración definitiva de la gran mayoría de los más educados en generaciones recientes no ha hecho más que empeorar, en términos relativos, la condición marginal del entorno espacial. El indicador principal de ese proceso ha sido el progresivo vaciamiento de Pueblo Arriba, cuya población ha venido siendo sustituida por la del antiguo Pueblo Abajo, a su vez invadido por inmigrantes más pobres de los campos.
Desde mediados de siglo no pocos campesinos han eludido las escalas, directamente acudiendo a engancharse en los cuerpos militares y policiales, comportamiento en que se han distinguido algunas comunidades, como Venganaver.
Como parte de esta trama, ni siquiera tras la muerte de Trujillo emergieron en las aldeas planos asociativos para emprender obras o mejorar condiciones de vida y trabajo. En el poblado las asociaciones se limitaban a dos o tres actividades, principalmente los maestros y los empleados de obras públicas. En las entrevistas se puso de manifiesto que el miedo a la autoridad instituido durante la «larga noche» del trujillato, aunque atenuado, no había desaparecido en las tres décadas posteriores como una de las claves de la reproducción de las relaciones de poder.
El correlato de la pasividad tenía que ser la resignación para los que permanecían y el propósito de emigrar por parte de aquellos que entendían que sólo el entorno exterior brindaba medios para la promoción social.
En este vacío social entre quienes permanecían cobraba cuerpo el reflejo consuetudinario de protección mutua a través de la religiosidad, que operaba además como respuesta peculiar ante la pobreza.
Próximo Tema: Caquén y la Hermandad del Santo Cristo
martes, 21 de agosto de 2007
jueves, 31 de mayo de 2007
Duverge en el Tiempo: Parte III
El paisaje de la marginación I
Los procesos de modernización a escala nacional alcanzaron de manera muy restringida el entorno damero. Lo hicieron, en todo caso, de dos maneras básicas. Por una parte, mediante la institucionalización de las funciones públicas en la cabecera municipal, lo que coincidió básicamente con la expansión del gasto público desde fines de la década de 1940. A lo sumo, este proceso consolidó un estrato superior, como se ha visto, en lo fundamental vinculado a funciones en el aparato público, quedando excluido el resto de la sociedad, sobre todo el ubicado fuera de la cabecera provincial.
El segundo aspecto radicó en cierta expansión de los servicios estatales, pero con tales niveles de precariedad que no lograban contrarrestar factores globales de deterioro del nivel de vida por efecto de la degradación del medio natural. El punto focal de la contradicción se situó en la incompatibilidad entre el incremento de la población y las demandas de mayores excedentes en el contexto global de modernización con la continuidad de procedimientos técnicos en la agricultura en la escala local.
El saldo de ese proceso ha sido la persistencia de condiciones paupérrimas de vida, que en términos relativos ha conllevado una profundización de ciertos planos de la pobreza. Se advierte, en tal sentido, el contraste de ritmos entre la dinámica de la economía y la prosternación de un espacio local. La vida cotidiana se ha seguido desenvolviendo en las últimas décadas de acuerdo a un patrón de pobreza y modestia absolutamente contrastante con las realizaciones que exhibe el sistema económico en los estratos medios urbanos. Los pobladores rurales han sido los más afectados por ese patrón de desigualdad espacial y clasista.
Un primer elemento de base a ser tomado en consideración al respecto ha sido la imposibilidad de sostener la productividad agrícola de acuerdo a los requerimientos de bienes. Como se ha apuntado, la forma en que se efectuaron las obras de regadío, sobre todo los canales de riego construidos por el estado en la década entre 1945 y 1955, resultó en severos daños sobre la calidad de la tierra, que ningún servicio técnico o extensionista pudo atenuar en forma suficiente. Incluso, tras la muerte de Trujillo se advierte una disminución de la asistencia en aspectos técnicos y de mantenimiento de las obras vinculadas con la irrigación artificial. Gran parte de la extensión de los canales cayó en desuso, fuera por el deterioro de la tierra o por la no aplicación de trabajos de reparación, dado que generalmente no estaban encachados con cemento.
Desde fines finales de los años cincuenta se acudió al procedimiento de cavar pozos, con efectos muy limitados, para no decir que contraproducentes. Por una parte, el abuso en la extracción de agua en algunos puntos provocó una disminución perjudicial del nivel freático. Pero, mayormente, los pozos ni siquiera fueron puestos en operación por ausencia de bombas extractivas o la no reparación de las que se instalaron. En el ínterin, la percepción subjetiva resentía un estrago del entorno natural, considerándose crecientes y más intensos los ciclos de extrema sequía, llegando a veces hasta a cuatro años consecutivos.
Resulta difícil evaluar la evolución del producto agrícola, pero de seguro entró en un proceso de estancamiento tras el impacto decreciente de las obras de irrigación. El resultado principal ha sido el mantenimiento de niveles de dieta deplorables para la mayoría de la población. El patrón alimenticio del campesinado ponía el énfasis en una comida fuerte tras las labores, concluyendo el día. Estaba claro, como lo ponen de relieve los informes de los alumnos de la Universidad Pedro Henríquez Ureña, en el Segundo Informe del Curso UNPHU-ODC, publicado en enero de 1970, que el grueso de la alimentación dependía de víveres producidos por el propio campesino.
Los animales de crianza estaban concebidos fundamentalmente para la venta, como medio para obtener pequeños recursos en metálico. La gran mayoría de la población no lograba una dieta balanceada con un componente proteínico suficiente. Como corolario básico de estos procesos, desde la década de 1950 apareció el fenómeno inédito de la insuficiencia alimenticia absoluta.
En términos generales, el acceso a otro tipo de bienes y servicios se mantenía estancado, equivaliendo a una perpetuación absoluta de la pobreza que cobraba mayor peso relativo por el contraste con lo que acontecía en los polos urbanos. A su vez, esto se traducía en el desfase entre pueblo y campo.
La población de Duvergé, ciertamente, recibió cierto impacto relativo de la modernidad, mediante servicios como el agua potable y la electricidad. Pero hasta la década de 1970 esos y otros servicios generalmente siguieron ausentes de las comunidades rurales, tanto de llanura como de montaña. Los caminos interiores se han caracterizado siempre por el mal estado, dificultando el traslado de los productos. Dada la inclinación abrupta de las montañas que confluyen en el valle, cuando era corriente el uso de vehículos de motor llanura, se consideraba una proeza la «escalada» a los conucos. Este aislamiento tenía mayor efecto, en la medida en que el deterioro de la agricultura de llanura tenía por efecto la intensificación de la tendencia al traslado temporal o permanente a zonas montañosas.
Pero, aun llegara el transporte mecanizado a las comunidades estas seguían con un patrón que evidenciaba que se encontraban de espaldas a los procesos de modernización. Por una parte, casi hasta el presente los caseríos han estado conformados al margen del concepto de calles, por efecto del no impacto del transporte motorizado. Las casas, simplemente, se ubicaban de manera desordenada y se relacionaban de tal manera que se asegurara el patio contiguo para guardar animales. Para los observadores del exterior esto equivalía a una imagen parecida al prototipo de la aldea africana.
Hasta hace poco, fuera de Duvergé y de la colonia mixta, casi todas las viviendas estaban hechas de paredes de tabla de palma, techos de guano y pisos de tierra. Una parte de las casas tenían la original forma de las «cuatro aguas», por considerarse más acorde con el entorno. Las más pobres tenían las paredes de «tabiques», siendo la frecuencia de este tipo correlativa con la condición misérrima de sus moradores. Mientras las viviendas de Duvergé en general se caracterizaban por tener dos o tres dormitorios, en el campo únicamente constaban de uno, además de una sala. De tal manera, toda la familia debía dormir en una única habitación común. La cocina, como es típico del medio rural de todo el país, seguía ubicada fuera de la casa, consistiendo en un muy precario rancho a menudo carente de paredes.
La letrina se generalizó en Duvergé bastante temprano, mas no así en los caseríos, donde hasta la década de 1970 se utilizaba en una minoría de las viviendas. Por último, en tal conformación del hábitat sobresalían las cercas de empalizadas, al igual que en gran parte de los conucos, básicamente de dos tipos: el guadubú, exclusivamente de palos verticales; y el palenque, de palos cruzados.
En los caseríos se perpetuaba la marginación por efecto de la no llegada de los servicios modernos. La electricidad todavía estaba ausente en la mayor parte de ellos hasta avanzada la década de 1970. Lo mismo acontecía con el agua potable, lo que tenía consecuencias harto perjudiciales para la salud. De más en más la reducción del caudal de arroyos y cachones agudizaba la carestía de agua para el consumo humano.
Había entonces a menudo que trasladarse a ciertas distancias para obtener agua. Las fuentes no ofrecían garantías para el consumo humano, sobre todo por usarse esas aguas para regadío y consumo de animales. La generalidad de esa población pobre ni siquiera tenía el criterio de un sitio específico para el baño. No es de extrañar que proliferaran las enfermedades gastrointestinales, aunque había otras enfermedades, por ejemplo, por efecto del escaso uso de calzado.
Continuará este tema
Los procesos de modernización a escala nacional alcanzaron de manera muy restringida el entorno damero. Lo hicieron, en todo caso, de dos maneras básicas. Por una parte, mediante la institucionalización de las funciones públicas en la cabecera municipal, lo que coincidió básicamente con la expansión del gasto público desde fines de la década de 1940. A lo sumo, este proceso consolidó un estrato superior, como se ha visto, en lo fundamental vinculado a funciones en el aparato público, quedando excluido el resto de la sociedad, sobre todo el ubicado fuera de la cabecera provincial.
El segundo aspecto radicó en cierta expansión de los servicios estatales, pero con tales niveles de precariedad que no lograban contrarrestar factores globales de deterioro del nivel de vida por efecto de la degradación del medio natural. El punto focal de la contradicción se situó en la incompatibilidad entre el incremento de la población y las demandas de mayores excedentes en el contexto global de modernización con la continuidad de procedimientos técnicos en la agricultura en la escala local.
El saldo de ese proceso ha sido la persistencia de condiciones paupérrimas de vida, que en términos relativos ha conllevado una profundización de ciertos planos de la pobreza. Se advierte, en tal sentido, el contraste de ritmos entre la dinámica de la economía y la prosternación de un espacio local. La vida cotidiana se ha seguido desenvolviendo en las últimas décadas de acuerdo a un patrón de pobreza y modestia absolutamente contrastante con las realizaciones que exhibe el sistema económico en los estratos medios urbanos. Los pobladores rurales han sido los más afectados por ese patrón de desigualdad espacial y clasista.
Un primer elemento de base a ser tomado en consideración al respecto ha sido la imposibilidad de sostener la productividad agrícola de acuerdo a los requerimientos de bienes. Como se ha apuntado, la forma en que se efectuaron las obras de regadío, sobre todo los canales de riego construidos por el estado en la década entre 1945 y 1955, resultó en severos daños sobre la calidad de la tierra, que ningún servicio técnico o extensionista pudo atenuar en forma suficiente. Incluso, tras la muerte de Trujillo se advierte una disminución de la asistencia en aspectos técnicos y de mantenimiento de las obras vinculadas con la irrigación artificial. Gran parte de la extensión de los canales cayó en desuso, fuera por el deterioro de la tierra o por la no aplicación de trabajos de reparación, dado que generalmente no estaban encachados con cemento.
Desde fines finales de los años cincuenta se acudió al procedimiento de cavar pozos, con efectos muy limitados, para no decir que contraproducentes. Por una parte, el abuso en la extracción de agua en algunos puntos provocó una disminución perjudicial del nivel freático. Pero, mayormente, los pozos ni siquiera fueron puestos en operación por ausencia de bombas extractivas o la no reparación de las que se instalaron. En el ínterin, la percepción subjetiva resentía un estrago del entorno natural, considerándose crecientes y más intensos los ciclos de extrema sequía, llegando a veces hasta a cuatro años consecutivos.
Resulta difícil evaluar la evolución del producto agrícola, pero de seguro entró en un proceso de estancamiento tras el impacto decreciente de las obras de irrigación. El resultado principal ha sido el mantenimiento de niveles de dieta deplorables para la mayoría de la población. El patrón alimenticio del campesinado ponía el énfasis en una comida fuerte tras las labores, concluyendo el día. Estaba claro, como lo ponen de relieve los informes de los alumnos de la Universidad Pedro Henríquez Ureña, en el Segundo Informe del Curso UNPHU-ODC, publicado en enero de 1970, que el grueso de la alimentación dependía de víveres producidos por el propio campesino.
Los animales de crianza estaban concebidos fundamentalmente para la venta, como medio para obtener pequeños recursos en metálico. La gran mayoría de la población no lograba una dieta balanceada con un componente proteínico suficiente. Como corolario básico de estos procesos, desde la década de 1950 apareció el fenómeno inédito de la insuficiencia alimenticia absoluta.
En términos generales, el acceso a otro tipo de bienes y servicios se mantenía estancado, equivaliendo a una perpetuación absoluta de la pobreza que cobraba mayor peso relativo por el contraste con lo que acontecía en los polos urbanos. A su vez, esto se traducía en el desfase entre pueblo y campo.
La población de Duvergé, ciertamente, recibió cierto impacto relativo de la modernidad, mediante servicios como el agua potable y la electricidad. Pero hasta la década de 1970 esos y otros servicios generalmente siguieron ausentes de las comunidades rurales, tanto de llanura como de montaña. Los caminos interiores se han caracterizado siempre por el mal estado, dificultando el traslado de los productos. Dada la inclinación abrupta de las montañas que confluyen en el valle, cuando era corriente el uso de vehículos de motor llanura, se consideraba una proeza la «escalada» a los conucos. Este aislamiento tenía mayor efecto, en la medida en que el deterioro de la agricultura de llanura tenía por efecto la intensificación de la tendencia al traslado temporal o permanente a zonas montañosas.
Pero, aun llegara el transporte mecanizado a las comunidades estas seguían con un patrón que evidenciaba que se encontraban de espaldas a los procesos de modernización. Por una parte, casi hasta el presente los caseríos han estado conformados al margen del concepto de calles, por efecto del no impacto del transporte motorizado. Las casas, simplemente, se ubicaban de manera desordenada y se relacionaban de tal manera que se asegurara el patio contiguo para guardar animales. Para los observadores del exterior esto equivalía a una imagen parecida al prototipo de la aldea africana.
Hasta hace poco, fuera de Duvergé y de la colonia mixta, casi todas las viviendas estaban hechas de paredes de tabla de palma, techos de guano y pisos de tierra. Una parte de las casas tenían la original forma de las «cuatro aguas», por considerarse más acorde con el entorno. Las más pobres tenían las paredes de «tabiques», siendo la frecuencia de este tipo correlativa con la condición misérrima de sus moradores. Mientras las viviendas de Duvergé en general se caracterizaban por tener dos o tres dormitorios, en el campo únicamente constaban de uno, además de una sala. De tal manera, toda la familia debía dormir en una única habitación común. La cocina, como es típico del medio rural de todo el país, seguía ubicada fuera de la casa, consistiendo en un muy precario rancho a menudo carente de paredes.
La letrina se generalizó en Duvergé bastante temprano, mas no así en los caseríos, donde hasta la década de 1970 se utilizaba en una minoría de las viviendas. Por último, en tal conformación del hábitat sobresalían las cercas de empalizadas, al igual que en gran parte de los conucos, básicamente de dos tipos: el guadubú, exclusivamente de palos verticales; y el palenque, de palos cruzados.
En los caseríos se perpetuaba la marginación por efecto de la no llegada de los servicios modernos. La electricidad todavía estaba ausente en la mayor parte de ellos hasta avanzada la década de 1970. Lo mismo acontecía con el agua potable, lo que tenía consecuencias harto perjudiciales para la salud. De más en más la reducción del caudal de arroyos y cachones agudizaba la carestía de agua para el consumo humano.
Había entonces a menudo que trasladarse a ciertas distancias para obtener agua. Las fuentes no ofrecían garantías para el consumo humano, sobre todo por usarse esas aguas para regadío y consumo de animales. La generalidad de esa población pobre ni siquiera tenía el criterio de un sitio específico para el baño. No es de extrañar que proliferaran las enfermedades gastrointestinales, aunque había otras enfermedades, por ejemplo, por efecto del escaso uso de calzado.
Continuará este tema
jueves, 24 de mayo de 2007
Duverge en el Tiempo: Parte II
Disolución de la segmentación social tradicional
Pese a los resentimientos que lo llevaron a agredir a los de «Primera», Trujillo no se inmiscuyó en la relación entre ambas porciones de Duvergé. El club social de Arriba pudo seguir operando a la usanza tradicional, no obstante el proceso de promoción social que experimentó una porción de la población de Abajo durante la dictadura. Esto no fue óbice para que se reforzasen los mecanismos para que los indeseables no penetrasen al club de la «sociedad».
La bola negra, procedimiento que impedía el ingreso de quienes se estimaba que no reunían las condiciones personales adecuadas para la membresía del club, pasó a aplicarse con más rigor que antes.
Este reforzamiento de la pretensión aristocrática precisamente operaba como reacción frente a la promoción social de una porción de los de Abajo. De todas maneras, algunos de Abajo se trasladaban a residir Arriba y pugnaban por ser admitidos en la «sociedad», en caso de que estimasen reunir las condiciones de educación y hábitos que los harían merecedores de la distinción. Buscaban segmentarse a su vez de los nuevos migrantes desde el campo, quienes tendían a asimilarse, en su casi totalidad, con la franja de Abajo.
Es probable que los cánones de la autoridad vigentes bajo Trujillo contribuyeran a mantener polarizada esta barrera topográfica. Los dirigentes de Arriba hacían uso de su conexión con la dictadura para poner coto a las sordas aspiraciones de igualdad de los de Abajo. Por tal razón, esa línea de diferenciación social sólo comenzó a debilitarse inmediatamente después de la muerte de Trujillo en 1961. Resulta obvio que, a pesar de la marginación en que seguía postrada Duvergé, la vigencia de libertades públicas tuvo un impacto disolvente sobre este mecanismo tradicional de segmentación social.
A partir de 1962 los de Arriba elevaron un clamor de que, sorpresivamente, estaban siendo «invadidos» por la «plebe» de Abajo. En efecto, se les hizo más fácil a los de Abajo que así lo quisiesen y pudiesen mudarse a Arriba, donde las viviendas eran mejores. En varios indicadores se produjo una ruptura de los compartimientos anteriores, entre los cuales sobresalió la educación.
Muchos de Abajo pudieron inscribir sus hijos en el liceo inaugurado en 1962, con lo que se abrió un proceso de socialización inédito, en que la comunidad en la escuela se superponía a la distancia entre los hogares. Por igual, el acceso a las profesiones, en una comunidad pobre, le infligió un golpe mortal a las pretensiones aristocráticas de los de Arriba. En lo adelante, estos últimos pasaron a visitar con más regularidad a los otros y a producirse una interacción social que terminó por arruinar esta tradicional fórmula de segmentación.
Desde la década de 1970, para fines prácticos, se borraron las distinciones esenciales entre Pueblo Arriba y Pueblo Abajo. Esto fue efecto del ascenso social por medio de la educación en muchos de la segunda porción. Se hicieron más frecuentes los matrimonios entre familias otrora segmentadas. Dejó de considerarse la correlación entre condición racial y porción de la población. Con todo, hasta hoy ha permanecido un rezago en la memoria y un trasfondo de resentimiento entre algunos colectivos familiares.
Pese a los resentimientos que lo llevaron a agredir a los de «Primera», Trujillo no se inmiscuyó en la relación entre ambas porciones de Duvergé. El club social de Arriba pudo seguir operando a la usanza tradicional, no obstante el proceso de promoción social que experimentó una porción de la población de Abajo durante la dictadura. Esto no fue óbice para que se reforzasen los mecanismos para que los indeseables no penetrasen al club de la «sociedad».
La bola negra, procedimiento que impedía el ingreso de quienes se estimaba que no reunían las condiciones personales adecuadas para la membresía del club, pasó a aplicarse con más rigor que antes.
Este reforzamiento de la pretensión aristocrática precisamente operaba como reacción frente a la promoción social de una porción de los de Abajo. De todas maneras, algunos de Abajo se trasladaban a residir Arriba y pugnaban por ser admitidos en la «sociedad», en caso de que estimasen reunir las condiciones de educación y hábitos que los harían merecedores de la distinción. Buscaban segmentarse a su vez de los nuevos migrantes desde el campo, quienes tendían a asimilarse, en su casi totalidad, con la franja de Abajo.
Es probable que los cánones de la autoridad vigentes bajo Trujillo contribuyeran a mantener polarizada esta barrera topográfica. Los dirigentes de Arriba hacían uso de su conexión con la dictadura para poner coto a las sordas aspiraciones de igualdad de los de Abajo. Por tal razón, esa línea de diferenciación social sólo comenzó a debilitarse inmediatamente después de la muerte de Trujillo en 1961. Resulta obvio que, a pesar de la marginación en que seguía postrada Duvergé, la vigencia de libertades públicas tuvo un impacto disolvente sobre este mecanismo tradicional de segmentación social.
A partir de 1962 los de Arriba elevaron un clamor de que, sorpresivamente, estaban siendo «invadidos» por la «plebe» de Abajo. En efecto, se les hizo más fácil a los de Abajo que así lo quisiesen y pudiesen mudarse a Arriba, donde las viviendas eran mejores. En varios indicadores se produjo una ruptura de los compartimientos anteriores, entre los cuales sobresalió la educación.
Muchos de Abajo pudieron inscribir sus hijos en el liceo inaugurado en 1962, con lo que se abrió un proceso de socialización inédito, en que la comunidad en la escuela se superponía a la distancia entre los hogares. Por igual, el acceso a las profesiones, en una comunidad pobre, le infligió un golpe mortal a las pretensiones aristocráticas de los de Arriba. En lo adelante, estos últimos pasaron a visitar con más regularidad a los otros y a producirse una interacción social que terminó por arruinar esta tradicional fórmula de segmentación.
Desde la década de 1970, para fines prácticos, se borraron las distinciones esenciales entre Pueblo Arriba y Pueblo Abajo. Esto fue efecto del ascenso social por medio de la educación en muchos de la segunda porción. Se hicieron más frecuentes los matrimonios entre familias otrora segmentadas. Dejó de considerarse la correlación entre condición racial y porción de la población. Con todo, hasta hoy ha permanecido un rezago en la memoria y un trasfondo de resentimiento entre algunos colectivos familiares.
jueves, 10 de mayo de 2007
Duverge en el tiempo: Parte I
Los Conceptos de diferenciación social
La consolidación del poblado se acompañó por una delimitación especial rígida entre dos porciones que recibieron los nombres de Pueblo Arriba y Pueblo Abajo. No hay indicaciones claras acerca de cuándo se originó tal deslinde, pero ya estaba definido en la primera década del siglo XX. Tal vez guardó relación con la expansión demográfica a fines del siglo XIX., que dio lugar a la declaración de Las Damas como municipio.
Tampoco hay informaciones acerca de cómo se produjo esta
Fragmentación de la población en prácticamente dos entidades sociales distintas y en gran medida contrapuestas. A lo sumo se pueden emitir hipótesis a partir de las implicaciones de la distinción en los mecanismos de reproducción social. Pero pudo producirse por efecto de la afluencia de extraños, respondida con la referida segmentación. Esa segmentación especial constituyó una manifestación del fenómeno general de diferenciación de los habitantes de las localidades urbanas y semi-urbanas entre los de «primera» y «segunda», que en otros puntos del país se acompañó de algún tipo de deslinde espacial, y que en Duvergé registró connotaciones específicas.
Claro está, en cada localidad y región se generaban procesos particulares que confluían en matizaciones de esta fórmula de estratificación entre primera y segunda (a veces tercera) Correspondiente a la fase inicial de la modernización, sustentada en parámetros culturales tradicionales. Los reclamos de superioridad social basados en consideraciones de apellido, color de piel e integridad moral, típicos de esta fórmula, se imbricaban con la conformación embrionaria de sectores sociales modernos. Sin embargo, no había correlación exacta entre estas capas y las clases sociales, tal como son entendidas en el presente. Por ejemplo, no todos los de primera se identificaban con una posición económica superior. En principio, ciertamente, los de primera tendían gozar de mejor posición económica, pero no en un grado demasiado marcado respecto a los de segunda. Por otra parte, entre los de primera existían desniveles de riqueza, por lo que no se identificaban con un estrato homogéneo de ingreso. Incluso, en la generalidad, de las poblaciones del país algunos integrantes del sector de segunda tenían mejor nivel de ingresos que la mayor parte que los de primera.
Estas consideraciones ayudan a interpretar la dualidad de Pueblo Arriba-Pueblo Abajo. Ambas porciones estaban deslindadas por la plaza central y por un puente que atraviesa e Las Damas. Si se observa la morfología de ambas porciones, se tiene que en la primera había unas cuantas viviendas más formales, aunque no pasaban de modestas por ser construidas también de tablas de palma. En Pueblo Abajo, en contrapartida, había numerosas viviendas precarias, situadas por debajo de la media en los componentes de su fabricación. Los contenidos principales de la diferenciación fueron los siguientes: un mayor nivel de ingresos entre los de Arriba, aunque no exagerado; una consideración de matices en la tonalidad de la piel, tenue en lo fundamental, aunque no visualizada así por los sujetos; y ciertas diferencias de costumbres y valoraciones, en las cuales el estrato superior fundamentaba los principales reclamos de superioridad.
Como producto de estas distinciones, cada sector operaba de acuerdo a claves socio-culturales propias. Los habitantes de Pueblo Arriba se consideraban «raza superior» o los «mejor aunque los componentes materiales de esta división no pasaban de ser cuestión de grado y no alcanzaban situaciones inasimilables entre los habitantes de ambos sectores. Se reconocían en tal sentido como de piel blanca, más ricos, educados y proclives al orden, identificados con los mecanismos institucionales de funcionamiento del municipio, al tiempo que adscritos a los cánones religiosos y morales del catolicismo. Asistían a la Iglesia de manera regular y descartaban toda participación en las celebraciones sincréticas. En las fiestas caseras se limitaban a bailar balsié, danza estimada refinada.
El indicador racial operaba como catalizador de este sentido de identidad, por cuando los habitantes de Pueblo Arriba blancos se consideraban blancos, por oposición a la atribución de le la piel a los de Abajo.
Los de Pueblo Abajo estaban totalmente apartados de las posiciones de autoridad y practicaban la religiosidad popular. Visto como «prietos» por los de Arriba, en todo caso se reconocían como «entremezclados». Aunque iban a misa, lo hacían con menos regularidad y le concedían prioridad a las sincréticas. Si bien podían bailar el balsié, preferían los bailes de palos, generalmente asociados a elementos religiosos, de hecho prohibidos en la porción opuesta de la población.
Los matrimonio estaban excluidos, principalmente entre una Pueblo Arriba y un hombre de Pueblo Abajo. Cada una de ambas comunidades contaba con su propio club social.
La consagración de la superioridad de los Arriba se expresaba en que podían asistir a las fiestas de los de Abajo, mientras estos estaban impedidos de hacerlo en contrapartida. Aunque las relaciones eran tensas entre ambas partes, no culminaban en una enemistad generalizada pero sí en desprecios y resentimientos.
El reclamo de los de Arriba de tener la piel mas clara se vinculaba a la atribución de ser los originarios de la población. Desde ahí justificaban la situación creada de ocupar las posiciones en el aparato administrativo, ser acreedores de méritos para llevar una vida más desahogada y supuestamente tornarse en depositarios de una sustancia al que les confería mayor calidad.
Mientras el nivel asociativo era muy débil en Pueblo Abajo, antes de Pueblo Arriba se preocuparon siempre de activo el Club Jaragua, de la «primera sociedad», a lo cual se distinguieron activistas que le daban como se indica respecto a Pablo Medrano.
Al igual que en otras poblaciones, el club garantizaba, a través de sus exigencias, la continuidad de las normas de decencia imprescindibles para el desenvolvimiento de la comunidad. Los de Arriba, además, formaron otras asociaciones, como la sucursal del Club de Leones y una logia de Oddfellows. El club de Abajo se consideraba siempre más frágil, menos dependientes de la tradición, con menor liderazgo y sujeto a la incidencia de los jóvenes.
Aunque los de Arriba de Duvergé se asimilan en mucho parámetros a la «Sociedad de Primera» y los de Abajo a los de «Segunda» en localidades con más sustancia clasista, de haber especificidades, entre las que destaca el deslinde espacial, la rigidez endogámica y el equilibrio numérico entre ambos conglomerados.
A partir de los componentes de esta división y de relatos obtenidos de los ancianos, pueden emitirse hipótesis acerca sus orígenes. Estas remiten al funcionamiento de la economía ganadera extensiva en el siglo XVIII, cuando fue funda la población, y el siglo siguiente. Al menos en su generalidad, en principio se puede avalar el reclamo de algunos de los entrevistados, en el sentido de que los de Arriba provenían de sector de propietarios ganaderos de la época colonial, el cual generó mecanismos gregarios de cohesión que le permitieron mantener planos de superioridad social.
Algunos de los entrevistados sitúan el inicio de la tradición familiar en algún español del siglo XVIII. Desde luego, tales genealogías adolecen de parcialidades e inexactitudes, pero no dejan de reflejar subjetividades alrededor de fenómenos sociales. Históricamente, por ejemplo, está establecido que los canario incidieron en la expansión de la ganadería en el conjunto del valle de Neiba, al igual que en otros lugares del país.
Tal comportamiento se correspondía con la perpetuación de no pocos componentes de la economía colonial que requería de la reproducción de un conjunto de mecanismos reguladores que ratificasen su posición preeminente en las relaciones sociales. Se deriva, de paso, el problema de que debajo de los múltiples planos de cambios operados en el siglo XIX seguían reproduciéndose marcos reguladores de las relaciones sociales que tenían orígenes previos. Y esto no puede atribuirse únicamente a la condición marginal y de frontera del municipio, sino sobre todo a una dialéctica profunda entre reproducción e innovación.
En función del tipo de dinámica de la sociedad, no se fijaban
compartimientos estancos, absolutamente incomunicados. Al igual que los hateros bajo la colonia podían establecer relaciones maritales con esclavas o libertas, con más razón se reproducían eventuales conexiones entre Pueblo Arriba y Pueblo Abajo, aunque teñidas de elementos problemáticos.
Esta capacidad de aperturas se correspondía con lineamientos de larga duración en las relaciones sociales. La principal derivación de ello puede estribar en la constatación de mecanismos de transmisión socio-cultural entre etapas históricas. Los de Arriba habrían heredado patrones de la colonia y los recrearon de acuerdo a las condiciones emergentes. De tal manera, sobre un trasfondo tradicionalista se estructuró un mecanismo de reproducción del control social en una etapa histórica caracterizada por la apertura de la modernización. Al igual que sus contrapartes coloniales, los de Arriba se sustentaron en la ganadería extensiva y, subsiguientemente, en el control de la tierra. Asimismo, reprodujeron la edificación del poder social local sobre lineamientos de apellidos, color de la piel y atributos culturales de pretensión moral y aristocrática.
La consolidación del poblado se acompañó por una delimitación especial rígida entre dos porciones que recibieron los nombres de Pueblo Arriba y Pueblo Abajo. No hay indicaciones claras acerca de cuándo se originó tal deslinde, pero ya estaba definido en la primera década del siglo XX. Tal vez guardó relación con la expansión demográfica a fines del siglo XIX., que dio lugar a la declaración de Las Damas como municipio.
Tampoco hay informaciones acerca de cómo se produjo esta
Fragmentación de la población en prácticamente dos entidades sociales distintas y en gran medida contrapuestas. A lo sumo se pueden emitir hipótesis a partir de las implicaciones de la distinción en los mecanismos de reproducción social. Pero pudo producirse por efecto de la afluencia de extraños, respondida con la referida segmentación. Esa segmentación especial constituyó una manifestación del fenómeno general de diferenciación de los habitantes de las localidades urbanas y semi-urbanas entre los de «primera» y «segunda», que en otros puntos del país se acompañó de algún tipo de deslinde espacial, y que en Duvergé registró connotaciones específicas.
Claro está, en cada localidad y región se generaban procesos particulares que confluían en matizaciones de esta fórmula de estratificación entre primera y segunda (a veces tercera) Correspondiente a la fase inicial de la modernización, sustentada en parámetros culturales tradicionales. Los reclamos de superioridad social basados en consideraciones de apellido, color de piel e integridad moral, típicos de esta fórmula, se imbricaban con la conformación embrionaria de sectores sociales modernos. Sin embargo, no había correlación exacta entre estas capas y las clases sociales, tal como son entendidas en el presente. Por ejemplo, no todos los de primera se identificaban con una posición económica superior. En principio, ciertamente, los de primera tendían gozar de mejor posición económica, pero no en un grado demasiado marcado respecto a los de segunda. Por otra parte, entre los de primera existían desniveles de riqueza, por lo que no se identificaban con un estrato homogéneo de ingreso. Incluso, en la generalidad, de las poblaciones del país algunos integrantes del sector de segunda tenían mejor nivel de ingresos que la mayor parte que los de primera.
Estas consideraciones ayudan a interpretar la dualidad de Pueblo Arriba-Pueblo Abajo. Ambas porciones estaban deslindadas por la plaza central y por un puente que atraviesa e Las Damas. Si se observa la morfología de ambas porciones, se tiene que en la primera había unas cuantas viviendas más formales, aunque no pasaban de modestas por ser construidas también de tablas de palma. En Pueblo Abajo, en contrapartida, había numerosas viviendas precarias, situadas por debajo de la media en los componentes de su fabricación. Los contenidos principales de la diferenciación fueron los siguientes: un mayor nivel de ingresos entre los de Arriba, aunque no exagerado; una consideración de matices en la tonalidad de la piel, tenue en lo fundamental, aunque no visualizada así por los sujetos; y ciertas diferencias de costumbres y valoraciones, en las cuales el estrato superior fundamentaba los principales reclamos de superioridad.
Como producto de estas distinciones, cada sector operaba de acuerdo a claves socio-culturales propias. Los habitantes de Pueblo Arriba se consideraban «raza superior» o los «mejor aunque los componentes materiales de esta división no pasaban de ser cuestión de grado y no alcanzaban situaciones inasimilables entre los habitantes de ambos sectores. Se reconocían en tal sentido como de piel blanca, más ricos, educados y proclives al orden, identificados con los mecanismos institucionales de funcionamiento del municipio, al tiempo que adscritos a los cánones religiosos y morales del catolicismo. Asistían a la Iglesia de manera regular y descartaban toda participación en las celebraciones sincréticas. En las fiestas caseras se limitaban a bailar balsié, danza estimada refinada.
El indicador racial operaba como catalizador de este sentido de identidad, por cuando los habitantes de Pueblo Arriba blancos se consideraban blancos, por oposición a la atribución de le la piel a los de Abajo.
Los de Pueblo Abajo estaban totalmente apartados de las posiciones de autoridad y practicaban la religiosidad popular. Visto como «prietos» por los de Arriba, en todo caso se reconocían como «entremezclados». Aunque iban a misa, lo hacían con menos regularidad y le concedían prioridad a las sincréticas. Si bien podían bailar el balsié, preferían los bailes de palos, generalmente asociados a elementos religiosos, de hecho prohibidos en la porción opuesta de la población.
Los matrimonio estaban excluidos, principalmente entre una Pueblo Arriba y un hombre de Pueblo Abajo. Cada una de ambas comunidades contaba con su propio club social.
La consagración de la superioridad de los Arriba se expresaba en que podían asistir a las fiestas de los de Abajo, mientras estos estaban impedidos de hacerlo en contrapartida. Aunque las relaciones eran tensas entre ambas partes, no culminaban en una enemistad generalizada pero sí en desprecios y resentimientos.
El reclamo de los de Arriba de tener la piel mas clara se vinculaba a la atribución de ser los originarios de la población. Desde ahí justificaban la situación creada de ocupar las posiciones en el aparato administrativo, ser acreedores de méritos para llevar una vida más desahogada y supuestamente tornarse en depositarios de una sustancia al que les confería mayor calidad.
Mientras el nivel asociativo era muy débil en Pueblo Abajo, antes de Pueblo Arriba se preocuparon siempre de activo el Club Jaragua, de la «primera sociedad», a lo cual se distinguieron activistas que le daban como se indica respecto a Pablo Medrano.
Al igual que en otras poblaciones, el club garantizaba, a través de sus exigencias, la continuidad de las normas de decencia imprescindibles para el desenvolvimiento de la comunidad. Los de Arriba, además, formaron otras asociaciones, como la sucursal del Club de Leones y una logia de Oddfellows. El club de Abajo se consideraba siempre más frágil, menos dependientes de la tradición, con menor liderazgo y sujeto a la incidencia de los jóvenes.
Aunque los de Arriba de Duvergé se asimilan en mucho parámetros a la «Sociedad de Primera» y los de Abajo a los de «Segunda» en localidades con más sustancia clasista, de haber especificidades, entre las que destaca el deslinde espacial, la rigidez endogámica y el equilibrio numérico entre ambos conglomerados.
A partir de los componentes de esta división y de relatos obtenidos de los ancianos, pueden emitirse hipótesis acerca sus orígenes. Estas remiten al funcionamiento de la economía ganadera extensiva en el siglo XVIII, cuando fue funda la población, y el siglo siguiente. Al menos en su generalidad, en principio se puede avalar el reclamo de algunos de los entrevistados, en el sentido de que los de Arriba provenían de sector de propietarios ganaderos de la época colonial, el cual generó mecanismos gregarios de cohesión que le permitieron mantener planos de superioridad social.
Algunos de los entrevistados sitúan el inicio de la tradición familiar en algún español del siglo XVIII. Desde luego, tales genealogías adolecen de parcialidades e inexactitudes, pero no dejan de reflejar subjetividades alrededor de fenómenos sociales. Históricamente, por ejemplo, está establecido que los canario incidieron en la expansión de la ganadería en el conjunto del valle de Neiba, al igual que en otros lugares del país.
Tal comportamiento se correspondía con la perpetuación de no pocos componentes de la economía colonial que requería de la reproducción de un conjunto de mecanismos reguladores que ratificasen su posición preeminente en las relaciones sociales. Se deriva, de paso, el problema de que debajo de los múltiples planos de cambios operados en el siglo XIX seguían reproduciéndose marcos reguladores de las relaciones sociales que tenían orígenes previos. Y esto no puede atribuirse únicamente a la condición marginal y de frontera del municipio, sino sobre todo a una dialéctica profunda entre reproducción e innovación.
En función del tipo de dinámica de la sociedad, no se fijaban
compartimientos estancos, absolutamente incomunicados. Al igual que los hateros bajo la colonia podían establecer relaciones maritales con esclavas o libertas, con más razón se reproducían eventuales conexiones entre Pueblo Arriba y Pueblo Abajo, aunque teñidas de elementos problemáticos.
Esta capacidad de aperturas se correspondía con lineamientos de larga duración en las relaciones sociales. La principal derivación de ello puede estribar en la constatación de mecanismos de transmisión socio-cultural entre etapas históricas. Los de Arriba habrían heredado patrones de la colonia y los recrearon de acuerdo a las condiciones emergentes. De tal manera, sobre un trasfondo tradicionalista se estructuró un mecanismo de reproducción del control social en una etapa histórica caracterizada por la apertura de la modernización. Al igual que sus contrapartes coloniales, los de Arriba se sustentaron en la ganadería extensiva y, subsiguientemente, en el control de la tierra. Asimismo, reprodujeron la edificación del poder social local sobre lineamientos de apellidos, color de la piel y atributos culturales de pretensión moral y aristocrática.
viernes, 4 de mayo de 2007
Duvergé en el tiempo
Con el título Pueblo Arriba - Pueblo Abajo el historiador Roberto Cassá hace un análisis científico sobre las clases sociales de Duvergé en el siglo XIX, cuyo material además está publicado en el libro “Homenaje a Emilio Cordero Michel, realizado por la Academia Dominicana de la Historia.
Este trabajo, bastante interesante, se lo hago llegar con el interés de que el damero joven conozca su historia, su origen y su cultura, y aprenda amar cada día más a su pueblo.
Para evitar el cansancio en la lectura, por lo extenso del trabajo, se presentará en capítulos. El primero, como es lógico, explicará la forma en que fue realizado el trabajo de campo.
Sin más preámbulos pasemos al tema:
La historia local se encuentra en fase incipiente en República Dominicana si se considera en una perspectiva metodológica actualizada. Aunque desde mediados del siglo XX se han redactado memorias acerca de la evolución de comunidades dominicanas, han estado generalmente centradas en aspectos políticos o institucionales. Sólo en las últimas dos décadas, según se puede desprender de la revisión bibliográfica realizada por Miguel Collado, se advierte el inicio de estudios de localidades que insertan aspectos sociales y culturales. Este retraso se explica por el centralismo que ha acusado la producción historiográfica dominicana, que salvo excepciones retorna los procesos políticos y sociales únicamente desde el ángulo de la acción de los grupos dirigentes de Santo Domingo.
A manera de contribución dentro de la agenda de la historia local, se propone una síntesis preliminar de la historia del municipio de Duvergé (antes Las Damas) a lo largo del siglo XX. La información fue recogida en el contexto de una labor de extensión realizada por la Universidad Autónoma de Santo Domingo en abril de 1991. Se realizaron entrevistas a personas de edad, en su mayoría nacidas entre 1900 y 1920. La investigación no estaba diseñada para quedar restringida a un esbozo de la historia municipal, puesto que también debería incluir planos de actualidad, como cultura, instituciones, mentalidades y vida religiosa. En esta mini-investigación participé junto a Rolando Tabar y Raymundo González, auxiliados por jóvenes de la comunidad, entonces estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, dirigidos por Luis Guzmán. De la misma manera, recibimos atenciones de diversos moradores, entre los cuales el jovial Morales se distinguió en más de un aspecto.
Este texto se ha concebido expresamente corno un ensayo de historia oral, por lo cual se han dejado de lado referencias bibliográficas y documentas. Se puede ver como un tratamiento en sí mismo, pero también sujeto a ampliación con otras fuentes, incluidas las levantadas sobre aspectos de actualidad en abril de 1991. Ha estado planteado el reto de que la compilación de testimonios orales pueda generar la información requerida para una aproximación a un proceso durante cierto período. El corolario es que, en una comunidad pequeña, se puede aspirar a una interpretación de procesos sobre la base de la recuperación de las experiencias de sujetos. No se ha pretendido realizar una aproximación en detalle a procesos que requerirían la consulta de fuentes escritas. En cambio, se postula que una aproximación «estructural», atenta a líneas gruesas de la evolución histórica, resulta factible de ser emprendida con la ayuda de la fuente oral. Esta, en principio, permite advertir problemas de manera más aguda que lo que muestran los documentos, introduciendo percepciones subjetivas de los sujetos.
Con ayuda de la memoria colectiva, por otra parte, no sólo se está en condiciones de trazar esbozos de relaciones estructurales y detalles de procesos no informados en los documentos, sino que se hace posible remontarse a períodos previos, sobre todo si se combina con la consulta de documentos.
Esto último incluye la observación del espacio, lo que permite elaborar nociones más vivas acerca de diversos aspectos referidos en documentos y testimonios. En una comunidad marginal, donde el ritmo de los cambios es más lento que en otros lugares y persisten en mayor número relaciones del pasado, tal tipo de comparación arroja resultados dignos de tomarse en consideración.
Finalmente, el tipo de enfoque como el aquí propuesto se presta a comparaciones con otros escenarios locales. El examen de lo acontecido en Duvergé a lo largo del siglo XX muestra planos similares con otras localidades de las proximidades de la frontera. La determinación de factores y procesos comunes permite abrir un panorama de profundización de facetas de los procesos, con ayuda del método comparativo, que implica el descubrimiento de procesos comunes en el conjunto del país o en porciones de él. Así considerada, la historia local se perfila como medio de aproximación alternativo a la historia nacional, en capacidad de iluminar procesos que las síntesis nacionales más comunes no han sido hábiles para captar.
Aunque no se emprenden en este texto comparaciones con otras localidades, la revisión de lo acontecido en el mismo lapso en el valle de San Juan, interpretado en otro texto en el contexto de dilucidación de la emergencia del movimiento religioso de Olivorio Mateo, augura operaciones válidas. Esto cubre determinaciones obvias a partir del medioambiente y la frontera, pero también ámbitos variados de las relaciones sociales y culturales, como los patrones tradicionales del sector agropecuario, los mecanismos de la modernización, el papel de los inmigrantes, los esquemas de diferenciación social, la conexión de estos con los sistemas culturales y las fórmulas de la religiosidad popular. Estos son temas esbozados aquí en distintas magnitudes, y su extensión a otros lugares permitiría sistematizaciones acerca de procesos nacionales.
Este trabajo, bastante interesante, se lo hago llegar con el interés de que el damero joven conozca su historia, su origen y su cultura, y aprenda amar cada día más a su pueblo.
Para evitar el cansancio en la lectura, por lo extenso del trabajo, se presentará en capítulos. El primero, como es lógico, explicará la forma en que fue realizado el trabajo de campo.
Sin más preámbulos pasemos al tema:
La historia local se encuentra en fase incipiente en República Dominicana si se considera en una perspectiva metodológica actualizada. Aunque desde mediados del siglo XX se han redactado memorias acerca de la evolución de comunidades dominicanas, han estado generalmente centradas en aspectos políticos o institucionales. Sólo en las últimas dos décadas, según se puede desprender de la revisión bibliográfica realizada por Miguel Collado, se advierte el inicio de estudios de localidades que insertan aspectos sociales y culturales. Este retraso se explica por el centralismo que ha acusado la producción historiográfica dominicana, que salvo excepciones retorna los procesos políticos y sociales únicamente desde el ángulo de la acción de los grupos dirigentes de Santo Domingo.
A manera de contribución dentro de la agenda de la historia local, se propone una síntesis preliminar de la historia del municipio de Duvergé (antes Las Damas) a lo largo del siglo XX. La información fue recogida en el contexto de una labor de extensión realizada por la Universidad Autónoma de Santo Domingo en abril de 1991. Se realizaron entrevistas a personas de edad, en su mayoría nacidas entre 1900 y 1920. La investigación no estaba diseñada para quedar restringida a un esbozo de la historia municipal, puesto que también debería incluir planos de actualidad, como cultura, instituciones, mentalidades y vida religiosa. En esta mini-investigación participé junto a Rolando Tabar y Raymundo González, auxiliados por jóvenes de la comunidad, entonces estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, dirigidos por Luis Guzmán. De la misma manera, recibimos atenciones de diversos moradores, entre los cuales el jovial Morales se distinguió en más de un aspecto.
Este texto se ha concebido expresamente corno un ensayo de historia oral, por lo cual se han dejado de lado referencias bibliográficas y documentas. Se puede ver como un tratamiento en sí mismo, pero también sujeto a ampliación con otras fuentes, incluidas las levantadas sobre aspectos de actualidad en abril de 1991. Ha estado planteado el reto de que la compilación de testimonios orales pueda generar la información requerida para una aproximación a un proceso durante cierto período. El corolario es que, en una comunidad pequeña, se puede aspirar a una interpretación de procesos sobre la base de la recuperación de las experiencias de sujetos. No se ha pretendido realizar una aproximación en detalle a procesos que requerirían la consulta de fuentes escritas. En cambio, se postula que una aproximación «estructural», atenta a líneas gruesas de la evolución histórica, resulta factible de ser emprendida con la ayuda de la fuente oral. Esta, en principio, permite advertir problemas de manera más aguda que lo que muestran los documentos, introduciendo percepciones subjetivas de los sujetos.
Con ayuda de la memoria colectiva, por otra parte, no sólo se está en condiciones de trazar esbozos de relaciones estructurales y detalles de procesos no informados en los documentos, sino que se hace posible remontarse a períodos previos, sobre todo si se combina con la consulta de documentos.
Esto último incluye la observación del espacio, lo que permite elaborar nociones más vivas acerca de diversos aspectos referidos en documentos y testimonios. En una comunidad marginal, donde el ritmo de los cambios es más lento que en otros lugares y persisten en mayor número relaciones del pasado, tal tipo de comparación arroja resultados dignos de tomarse en consideración.
Finalmente, el tipo de enfoque como el aquí propuesto se presta a comparaciones con otros escenarios locales. El examen de lo acontecido en Duvergé a lo largo del siglo XX muestra planos similares con otras localidades de las proximidades de la frontera. La determinación de factores y procesos comunes permite abrir un panorama de profundización de facetas de los procesos, con ayuda del método comparativo, que implica el descubrimiento de procesos comunes en el conjunto del país o en porciones de él. Así considerada, la historia local se perfila como medio de aproximación alternativo a la historia nacional, en capacidad de iluminar procesos que las síntesis nacionales más comunes no han sido hábiles para captar.
Aunque no se emprenden en este texto comparaciones con otras localidades, la revisión de lo acontecido en el mismo lapso en el valle de San Juan, interpretado en otro texto en el contexto de dilucidación de la emergencia del movimiento religioso de Olivorio Mateo, augura operaciones válidas. Esto cubre determinaciones obvias a partir del medioambiente y la frontera, pero también ámbitos variados de las relaciones sociales y culturales, como los patrones tradicionales del sector agropecuario, los mecanismos de la modernización, el papel de los inmigrantes, los esquemas de diferenciación social, la conexión de estos con los sistemas culturales y las fórmulas de la religiosidad popular. Estos son temas esbozados aquí en distintas magnitudes, y su extensión a otros lugares permitiría sistematizaciones acerca de procesos nacionales.
miércoles, 25 de abril de 2007
Senado aprueba ley energía renovable
El Senado aprobó en primera lectura el proyecto de Ley de Incentivo al Desarrollo de Fuentes Renovables de Energía y de sus regímenes especiales.
Los senadores acogieron un informe favorable presentado por la comisión permanente de asuntos energéticos, que preside el senador por la provincia Independencia, ingeniero Juan Orlando Mercedes Sena.
El senador Mercedes Sena explicó que la ley busca aumentar la diversidad energética en el país, en cuanto a la capacidad de autoabastecimiento de combustibles a través de la energía no convencional.
“Reducir la dependencia de los combustibles fósiles importados, estimular los proyectos de inversión privada desarrollados a partir de fuentes renovables de energía”, son otros de los objetivos de la nueva ley, que deberá promulgar el Poder Ejecutivo.
La ley fomentará la inversión privada, el acceso a sectores organizados de la ciudadanía en proyectos de esa naturaleza y mitigar los impactos ambientales negativos de las operaciones energéticas con combustibles fósiles.
Los incentivos propuestos en el proyecto de ley incluyen una exención de la totalidad de los impuestos de importación, ITEBIS y recargo cambiario a los equipos, maquinarias y accesorios importados por las empresas o personas individuales, necesarios para la producción de energía de fuentes renovables, según el artículo 9 de la propuesta.
Además, una liberación del pago del impuesto sobre la renta “sobre los ingresos derivados de la generación y venta de electricidad, agua caliente, vapor, fuerza motriz, biocombustibles o combustibles sintéticos señalados” por un periodo de 10 años a partir de la promulgación de la ley.
El informe señala que conscientes de que las energías y combustibles renovables representan un potencial para contribuir y propiciar, en gran medida, el impulso del desarrollo económico regional, rural y agroindustrial es necesario que el país tenga esta Ley de Incentivos al Desarrollo de Fuentes Renovables de Energía.
Añade que República Dominicana cuenta con abundantes recursos naturales necesarios para la explotación de las energías renovables como el sol, viento, biomasa, biodiesel y grandes centrales hidroeléctricas que son fuentes primarias de energías renovables.
Los senadores acogieron un informe favorable presentado por la comisión permanente de asuntos energéticos, que preside el senador por la provincia Independencia, ingeniero Juan Orlando Mercedes Sena.
El senador Mercedes Sena explicó que la ley busca aumentar la diversidad energética en el país, en cuanto a la capacidad de autoabastecimiento de combustibles a través de la energía no convencional.
“Reducir la dependencia de los combustibles fósiles importados, estimular los proyectos de inversión privada desarrollados a partir de fuentes renovables de energía”, son otros de los objetivos de la nueva ley, que deberá promulgar el Poder Ejecutivo.
La ley fomentará la inversión privada, el acceso a sectores organizados de la ciudadanía en proyectos de esa naturaleza y mitigar los impactos ambientales negativos de las operaciones energéticas con combustibles fósiles.
Los incentivos propuestos en el proyecto de ley incluyen una exención de la totalidad de los impuestos de importación, ITEBIS y recargo cambiario a los equipos, maquinarias y accesorios importados por las empresas o personas individuales, necesarios para la producción de energía de fuentes renovables, según el artículo 9 de la propuesta.
Además, una liberación del pago del impuesto sobre la renta “sobre los ingresos derivados de la generación y venta de electricidad, agua caliente, vapor, fuerza motriz, biocombustibles o combustibles sintéticos señalados” por un periodo de 10 años a partir de la promulgación de la ley.
El informe señala que conscientes de que las energías y combustibles renovables representan un potencial para contribuir y propiciar, en gran medida, el impulso del desarrollo económico regional, rural y agroindustrial es necesario que el país tenga esta Ley de Incentivos al Desarrollo de Fuentes Renovables de Energía.
Añade que República Dominicana cuenta con abundantes recursos naturales necesarios para la explotación de las energías renovables como el sol, viento, biomasa, biodiesel y grandes centrales hidroeléctricas que son fuentes primarias de energías renovables.
martes, 24 de abril de 2007
Matan sargento de Duverge
Un sargento de la Policía fue muerto tiros anoche por varios hombres que intentaron atracarlo en el sector de Villa Liberación, en Santo Domingo Este.
El sargento Lidio Pérez Quevedo, nativo de Duverge,prestaba servicio en el ensanche Naco, y residía en el barrio Los Tres Brazos, distribuía tarjetas de llamadas telefónicas en su tiempo libre, en una motocicleta de su propiedad.
El suboficial fue muerto a tiros a las 2:45 de la tarde por varios hombres que viajaban en una motocicleta, quienes lo asaltaron frente al colmado Mary, en la manzana 4-2-C en Villa Liberación, El Almirante, próximo a la carretera Mella.
Según versiones el sargento de la Policía fue atacado a tiros por los hombres a causa de lo cual sacó su arma de reglamento hiriendo de bala a Carlos Ciriaco Abad, de 22 años, quien reside en la calle Eléctrica manzana 4 edificio 5 puerta 2-D, de Villa Liberación.
Durante el intercambio de disparos el sargento Pérez Quevedo perdió el control de la motocicleta y se estrelló contra una vivienda.
Los asaltantes lograron despojar a Pérez Quevedo de su arma de reglamento, pero no pudieron llevarse un bulto con una gran cantidad de tarjetas de llamadas telefónicas y 101 mil pesos en efectivo.
Tampoco pudieron llevarse la motocicleta Suzuki, negra.
El asaltante herido fue llevado al subcentro de salud, ubicado en El Almirante, al lado del cuartel de la Policía, de donde fue trasladado al hospital Doctor Darío Contreras, donde permanecía en grave estado.
Un contingente de la Policía inició la búsqueda del asaltante restante y de otras dos personas que habrían participado en el hecho.
Las investigaciones del hecho están a cargso del general José Polanco Gómez, director regional de la Policía en Santo Domingo Oriental, y del coronel Máximo Valerio Calderón, sub-director adjunto de Investigaciones Criminales.
El sargento Lidio Pérez Quevedo, nativo de Duverge,prestaba servicio en el ensanche Naco, y residía en el barrio Los Tres Brazos, distribuía tarjetas de llamadas telefónicas en su tiempo libre, en una motocicleta de su propiedad.
El suboficial fue muerto a tiros a las 2:45 de la tarde por varios hombres que viajaban en una motocicleta, quienes lo asaltaron frente al colmado Mary, en la manzana 4-2-C en Villa Liberación, El Almirante, próximo a la carretera Mella.
Según versiones el sargento de la Policía fue atacado a tiros por los hombres a causa de lo cual sacó su arma de reglamento hiriendo de bala a Carlos Ciriaco Abad, de 22 años, quien reside en la calle Eléctrica manzana 4 edificio 5 puerta 2-D, de Villa Liberación.
Durante el intercambio de disparos el sargento Pérez Quevedo perdió el control de la motocicleta y se estrelló contra una vivienda.
Los asaltantes lograron despojar a Pérez Quevedo de su arma de reglamento, pero no pudieron llevarse un bulto con una gran cantidad de tarjetas de llamadas telefónicas y 101 mil pesos en efectivo.
Tampoco pudieron llevarse la motocicleta Suzuki, negra.
El asaltante herido fue llevado al subcentro de salud, ubicado en El Almirante, al lado del cuartel de la Policía, de donde fue trasladado al hospital Doctor Darío Contreras, donde permanecía en grave estado.
Un contingente de la Policía inició la búsqueda del asaltante restante y de otras dos personas que habrían participado en el hecho.
Las investigaciones del hecho están a cargso del general José Polanco Gómez, director regional de la Policía en Santo Domingo Oriental, y del coronel Máximo Valerio Calderón, sub-director adjunto de Investigaciones Criminales.
lunes, 23 de abril de 2007
La Bachata: Genero musical en auge
La Bachata es un género de la música dominicana, con personalidad propia, definición musical y aceptada por la sociedad, en sentido general.
Sin embargo, hay que reconocer que en un principio la terminología Bachata era considerado de mal gusto entre la gente de la alta sociedad, situación que se mantuvo en vigencia hasta hace pocos años.
El término Bachata es de originen africano y era conocido en todas las naciones de América con salida mar caribe.
José Manuel Cardenal, pionero del género, dice que la Bachata es un género musical que surge de manera espontánea y que ha dado muchos tropezones en el camino. Los términos más remotos para definir la Bachata fueron música de amague y música de guardia.
En sus inicios la Bachata es una música que surge en los campos y las zonas suburbanas o periféricas de las ciudades. Luis Segura afirma que en sus inicios la Bachata tuvo muchos inconvenientes y que incluyo mencionar esa palabra era un pecado.
Los caberets, conocidos también como Barras, son los centros de diversión donde con mayor incidencia se escuchaba la Bachata y cuya principal clientela la representaban los guardias y policías.
De su lado, el empresario disquero Rafael Mañón refiere que en principio la Bachata era rechazada en la radio de la ciudad y que para poder sonar un tema había que irse a las emisoras del interior.
Es justo reconocer, empero, que las llamadas Barras que existieron en los barrios más pobres de las grandes ciudades en los años 60 y 70 del pasado siglo, contribuyeron grandemente con el desarrollo de la música de amargue.
La Bachata, es creada por músicos semi-profesionales y de orígenes humildes, en las fiestas de los barrios, que con sus instrumentos, especialmente con la guitarra, improvisaban melodías, en las que cantaban sus dificultades y pobrezas.
Cabe destacar, que muchos de éstos músicos se iniciaron como serenateros, llevando sus canciones y melodías a las puertas de sus amadas, aunque en ocasiones ellas no supieran nada.
José Manuel Calderón se define como el primer interprete de la Bachata y el pionero en la formación de un grupo musical.
Con el surgimiento de numerosos barrios en la periferia de la ciudad y la crisis económicas de los años 60 y 70, obligó que muchos campesinos emigran a las zonas urbanas. Una vez ubicados en los cinturones de miserias que constituían esos barrios, los campesinos trataron de reproducir aquí su modo de vida campesina. Es así como la Bachata se convierte en la expresión musical de este segmento población, que se convirtió en proletariado de las nacientes industrias tras el derrocamiento de Trujillo.
En un principio la Bachata se hizo con melodías y textos sencillos, cargados de lamentaciones, denuncias y quejas. Esta música, hablaba, además de los conflictos familiares, de la desunión de parejas y el desamor, situación que se manifestaba a través de expresiones tristes y la añoranza del cantor, por un amor perdido, o no conquistado.
El bachatero de ese entonces se podría definir en términos musicales, como un trovador o juglar de la marginalidad, en cuyas interpretaciones expresaba dolor, tristeza y desamor, así como sus limitaciones y carencias.
Lo característico de este trovador de la marginalidad, es que habla con tristeza a la mujer perdida, y a sus problemas en sentido general, sin perder la esperanza de recuperarse o de sustituir su mal por algo nuevo.
SURGIMIENTO
Cronológicamente hablando, la Bachata surge a finales de los años 60, con decenas de cantantes de este genero, aunque pocos llegaron a la notoriedad, tras ser asimilado por la otrora Radio Guarachita, que transmitía exclusivamente para el campo.
Si hay un nombre que hay que mencionar y destacar como el propulsor de la Bachata, ese es Radhamés Aracena, posiblemente la primera persona que dijera por una cabina de radio la palabra Bachata, para definir la música de amargue o de guardia.
Aracena, es además, considerado como el padre de la promoción de la Bachata y la emisora Radio Guarachita la primera emisora que sonó esa música.
José Rosario, director de Radio Guarachita, expresa que esa emisora fue la primera estación que colocó música de amargue en el país y tal vez en el mundo.
Añade que aunque los nuevos tiempos han provocado cambios en esa emisora, la esencia que le dio origen aún se mantiene.
Para los años 70, por radio Guarachita desfilaron miles de humildes cantores de barrios y de campos a los cuales Radhemés Aracena le daba cabida y le grababa sus canciones.
Estos temas musicales se escuchaban a veces casi interpretados a capela, y con el acompañamiento de una rústica instrumentación de cuerdas, de marímbulas, panderos, maracas y percusión.
Manifiesta Rosario que los 39 años de fundada, Radio Guarachita sigue dando apoyo a los artistas de la música de amargue, tanto a los bachateros de ayer como a los de hoy.
Señala además que Guarachita es una emisora con una programa completamente automatizada, y sintonizada con los nuevos tiempos, aunque se mantiene como patrimonio del pueblo.
De su lado, José Manuel Calderón precisa que además de Guarichita había otras emisora que tocaban Bachata para los años 60.
PRIMEROS BACHATEROS
Las primeras figuras de la Bachata y que llegaron a trascender por su calidad, su talento y por su estilo, son José Manuel Calderón, Leonardo Paniagua, Luis Seguro, Eladio Romero Santos, Rafael Encarnacion, Mélida Rodríguez, entre otros.
Los tres últimos ya fallecidos y de los que incluso se han hecho leyendas, como ocurrió con Encarnación, muerto en un accidente de motocicleta y a quien su hermano July Encarnación trato de sustituir por un gran tiempo haciéndose pasar por su hermano muerto.
José Manuel Calderón afirma que el primer disco de Bachata que grabó lo hizo con recursos propios, porque nadie lo quiso ayudar en esa difícil empresa que empezaba.
Añade que luego la Bachata no solo se consumía en República Dominicana, sino en el extranjero y en cualquier lugar donde hubiese un dominicano.
Mientras, Luis Segura señala que para grabar un tema en esos tiempos era una cosa casi imposible, por lo que los artística tenían que disponer de recursos propios y apunta que luego para vender un disco no era cosa fácil.
Un caso muy sui géneris en la Bachata, en los inicios de la música de amargue lo constituyó Mélida Rodríguez, quien con una sola canción se inmortalizó entre los seguidores del género con el tema La Sufrida, que luego Vickiana lo grabó en balada y tuvo igual éxito.
Entre los primeros Bachateros, también hay que mencionar a tres figuras que se destacaron por hacer una Bachata de doble sentido. Ellos son Tony Santos, El Solterito del Sur y Blas Durán. Este último el más prominente de los Bacheteros del doble sentido, quien en ocasiones cayó en la vulgaridad.
Sin embargo, el mismo José Manuel Calderón entiende que ese tipo de Bachata tuvo su público, aunque dijo que debido a ese estilo de hacer Bachata este género musical perdió espacio para los años 80.
De su lado, el empresario disquero Rafael Mañón, sostiene que el doble sentido daño la música de amargue, llevándola a una situación difícil, por el rechazo de toda la sociedad.
TECNO BACHATA
Empero, a finales de 80 la Bachata se bifurca con la aparición de la llamada Técno Bachata y la Bachata tradicional de amargue.
Esta variante de la Bachata surge cuando el publicista Nandy Rivas diseña una campaña promocional para la empresa licorera Barceló, a mediados de los años 80. Esta campaña le dio la oportunidad a Juan Luis Guerrera, de recrear una serenata rural con un ritmo de bolero arcaico e inclinado a la Bachata, llamado "Como Abeja al Panal".
Juan Luis Guerra continuó desarrollando esta línea musical, y logró componer "Burbujas de Amor". El mismo Luis Segura reconoce que Juan Luis Guerra es el embajador de la Bachata a nivel internacional y que con su producción "Bachata Rosa" dio un nuevo giro a este género.
Se podría decir, entonces, que la Técno-Bachata es un bolero adaptado a la realidad dominicana, cuyos primeros exponentes, además de Juan Luis Guerras, que logró universalizarla con "Bachata Rosa", fueron Luis Díaz y Víctor Víctor, con su Mesita de Noche.
Otra figura que se destacó como cantante de esta nueva Bachata es Sonia Silvestre, con sus populares temas "Quiero Andar" y "Mi Guachimán, cuyas composición son de la autoría de Luis Díaz.
Como toda música surgida de las entrañas del pueblo simple, con la técno-Bachata, se buscó llevar esa música a los grandes salones, tal y como ocurrió con el merengue en la época de Trujillo.
ESTILO
En la Bachata, el estilo es un elemento sine qua non, el cual tiene como características fundamentales el sentimiento derrotista y el desvanecimiento de la voz.
Una muestra de ellos lo es Luis Segura con su tema "Pena", en el que el artista llegue incluso a llorar. Segura es de los artistas que entiende que la Bachata hay que sentirla para poderla cantar con sentimiento y poder llegar al gusto popular.
Reconoce, además, que muchos bachateros de ahora han adoptado su estilo de cantar y dice que esta es la forma de cantar verdadera este género y admite que actualmente hay muy buenos interpretes de Bachata, cita entre ellos a Sacarias Ferreira, Antony Santo, Soskar Sarante, Juan Manuel entre otros.
BACHATA MODERNA
Luego de que la Bachata cayera en el doble sentido y perdiera fuerza en el gusto popular, Antony Santos con su tema "Voy Pa× Allá" marca en nuevo rumbo que seguirá la música de amargue.
Es a partir de la popularidad que logra despertar éste bachatero, el cual se hace llamar el Mayimbe de la Bachata, que el género empieza a alcanzar un lugar preponderante en el país.
Los empresarios empiezan a ver futuro en la Bachata y comienza a invertir en grupos de jóvenes que de la noche a la mañana se han convertido en millones a través de esta música.
Rafael Mañón indica que es a partir de ahí que la Bachata logra incluso que dueños de emisoras, que antes rechazaban el género, lo pauten de manera normal en su programación y hasta durante 24 horas.
Para los años 90, surge una nueva figura en la música de amargue, llamado Raulín Rodríguez, el cual le imprime un sello propio a la Bachata, al lograr una temática totalmente romántica y sin el doble sentido.
Sin embargo, no es hasta la aparición de Sacarías Ferreira, con sus temas "El Triste" y "El Lodo", cuando la Bachata empieza verdaderamente a meterse en lugares nunca antes soñados de la sociedad dominicana.
José Manuel Calderón entiende que es a finales de la década de los años 90 cuando la Bachata alcanza una popularidad inimaginable y reconoce que Juan Luis Guerra es el artífice del repunte que tiene la Bachata actualmente.
De su lado, Luis Segura señala que la Bachata ha sido tomado como un producto comercial, que en ocasiones ha hecho perder su sentido y dice que baladistas y merengueros han tenido que cantar Bachata para poder picar.
Segura crítica además que muchos llamados bacheteros no saben ni siquiera interpretar bien el género de amargue, aunque dijo tienen incidencia en la radio.
Después del auge alcanzado por Sacarías, Frank Reyes, Joel Veras, Yoskar Sarante y la revelación del año Aventura, es que decenas de cantantes de todos los géneros musicales quieren incursionar en la música de amargue.
viernes, 20 de abril de 2007
Apagones castigan a Dameros
Los apogenes tiene al coger al monte a los dameros. Las interrupciones en el servicio energético son hasta de 15 horas, mientras las facturas siguen llegando puntualmente.
La población continúa pasivamente pagando un servicio ineficiente y caro. Hasta cuando continuara esta situación y los damero tendrán un poco de tranquilidad y más luz.
La población continúa pasivamente pagando un servicio ineficiente y caro. Hasta cuando continuara esta situación y los damero tendrán un poco de tranquilidad y más luz.
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