jueves, 24 de mayo de 2007

Duverge en el Tiempo: Parte II

Disolución de la segmentación social tradicional

Pese a los resentimientos que lo llevaron a agredir a los de «Primera», Trujillo no se inmiscuyó en la relación entre ambas porciones de Duvergé. El club social de Arriba pudo seguir operando a la usanza tradicional, no obstante el proceso de promoción social que experimentó una porción de la población de Abajo durante la dictadura. Esto no fue óbice para que se reforzasen los mecanismos para que los indeseables no penetrasen al club de la «sociedad».

La bola negra, procedimiento que impedía el ingreso de quienes se estimaba que no reunían las condiciones personales adecuadas para la membresía del club, pasó a aplicarse con más rigor que antes.

Este reforzamiento de la pretensión aristocrática precisamente operaba como reacción frente a la promoción social de una porción de los de Abajo. De todas maneras, algunos de Abajo se trasladaban a residir Arriba y pugnaban por ser admitidos en la «sociedad», en caso de que estimasen reunir las condiciones de educación y hábitos que los harían merecedores de la distinción. Buscaban segmentarse a su vez de los nuevos migrantes desde el campo, quienes tendían a asimilarse, en su casi totalidad, con la franja de Abajo.

Es probable que los cánones de la autoridad vigentes bajo Trujillo contribuyeran a mantener polarizada esta barrera topográfica. Los dirigentes de Arriba hacían uso de su conexión con la dictadura para poner coto a las sordas aspiraciones de igualdad de los de Abajo. Por tal razón, esa línea de diferenciación social sólo comenzó a debilitarse inmediatamente después de la muerte de Trujillo en 1961. Resulta obvio que, a pesar de la marginación en que seguía postrada Duvergé, la vigencia de libertades públicas tuvo un impacto disolvente sobre este mecanismo tradicional de segmentación social.

A partir de 1962 los de Arriba elevaron un clamor de que, sorpresivamente, estaban siendo «invadidos» por la «plebe» de Abajo. En efecto, se les hizo más fácil a los de Abajo que así lo quisiesen y pudiesen mudarse a Arriba, donde las viviendas eran mejores. En varios indicadores se produjo una ruptura de los compartimientos anteriores, entre los cuales sobresalió la educación.

Muchos de Abajo pudieron inscribir sus hijos en el liceo inaugurado en 1962, con lo que se abrió un proceso de socialización inédito, en que la comunidad en la escuela se superponía a la distancia entre los hogares. Por igual, el acceso a las profesiones, en una comunidad pobre, le infligió un golpe mortal a las pretensiones aristocráticas de los de Arriba. En lo adelante, estos últimos pasaron a visitar con más regularidad a los otros y a producirse una interacción social que terminó por arruinar esta tradicional fórmula de segmentación.

Desde la década de 1970, para fines prácticos, se borraron las distinciones esenciales entre Pueblo Arriba y Pueblo Abajo. Esto fue efecto del ascenso social por medio de la educación en muchos de la segunda porción. Se hicieron más frecuentes los matrimonios entre familias otrora segmentadas. Dejó de considerarse la correlación entre condición racial y porción de la población. Con todo, hasta hoy ha permanecido un rezago en la memoria y un trasfondo de resentimiento entre algunos colectivos familiares.